Ver un baile chino es algo inolvidable. Imposible olvidar a danzantes y músicos tan dedicados, con una religiosidad tan profunda.
Chino, mejor les aclaro inmediatamente, en este caso, no es una persona que vino desde la China. Es una palabra en lengua quechua, que significa sirviente. Los chinos -que es el nombre que reciben los danzantes- son sirvientes de la virgen y del Niño Jesús.
Es posible ver cofradías de bailes chinos, celebrando con sus danzas y con sus flautas a la Virgen de la Tirana, en Iquique; a la Virgen de Andacollo, en Coquimbo; y a San Pedro, en Loncura.
Lo particular de los bailes chinos es que combinan la religiosidad católica, traída a América por los españoles, con los ritos ancestrales indígenas. Es algo que se percibe, sobre todo, en la música. Flautas muy similares a las que tocan los actuales chinos, las tocaban indígenas de la antigua cultura Aconcagua, en la zona central de Chile, entre el año 900 y 1.400 de nuestra era.
Puede ser extraño un baile chino al principio. Por la danza, que consiste en saltos y pasos, y por la música, que es un ritmo dado por un tambor, acompañado de lo que parecen ser sólo dos monótonas notas de flauta, muy disonantes y fuertes. Con el tiempo, uno logra percibir su gran destreza. Son tan admirables, que el año 2014 los bailes chinos fueron declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Los invito a ver a un video de bailes chinos.
Mariposa.